Rapto de Helena. Tintoretto. Museo del Prado, Madrid
Tuvo que sentirse mal Helena
de Troya sabiendo que por su culpa, mejor dicho, por su belleza, se armó la que
se armó. Y es que según cuenta Homero en su obra, de no haber sido Paris, otro
la hubiese raptado, pues describe que la moza
era de una belleza tal, que no se podía haber hecho otra cosa.
…..”
Tú no tienes la culpa de nada"- le dice Príamo, “la
culpa es solo de los Dioses”.( Ilíada III, 164 y 165). Y es que claro,
siendo hija de Zeus y beneficiada con los dotes de Afrodita, no se podía
esperar otra cosa.
El romancero popular
andaluz, nos habla de una niña sevillana,
que a fuerza de contemplar su belleza en el río, este acabó reclamándola
para sí.
Y eso que ya se lo venía
advirtiendo el autor de la copla:
….
“ay, ay, ay,ay, no te mires en el río niña de mi corazón, porque tengo niña
celos de “.
Psique fue otra damnificada por la belleza. La hija menor del rey de Anatolia, era tan bella, que asustaba a los hombres, quienes empezaron a adorarla pero como a una diosa (pura y virginalmente. Lo cual ya era un problema).
Esto desató la furia y los celos de Afrodita, quien se sintió desplazada, y envió a su hijo Eros, para que le lanzara una flecha que la enamorase del hombre mas feo que encontrara.
Afortunadamente, la jugada le salio mal, y el enamorado fue el mismo Eros.
La historia tiene final feliz, pero lo paso mal la chiquilla.
Psique fue otra damnificada por la belleza. La hija menor del rey de Anatolia, era tan bella, que asustaba a los hombres, quienes empezaron a adorarla pero como a una diosa (pura y virginalmente. Lo cual ya era un problema).
Esto desató la furia y los celos de Afrodita, quien se sintió desplazada, y envió a su hijo Eros, para que le lanzara una flecha que la enamorase del hombre mas feo que encontrara.
Afortunadamente, la jugada le salio mal, y el enamorado fue el mismo Eros.
La historia tiene final feliz, pero lo paso mal la chiquilla.
Suerte parecida sufrió
Narciso, quien no encontrando belleza que superase a la suya, solo alcanzaba
calmar los ardores de su alma (y no sabemos de su cuerpo), contemplando su
propia belleza en las aguas del estanque.
Pero literatura y mitos
aparte, desde la edad media y hasta bien entrado el siglo XVII, las jóvenes
hermosas eran recluidas por sus padres en conventos para que custodiadas por la
clausura, evitaran que su belleza fuere mancilladla
por caballeros no deseados. Y así hasta el momento de su boda donde seguirían
recluidas custodiadas por sus maridos y
damas de compañía hasta que el marchitar de su belleza por los años y los
partos les diesen la libertad que otras
damas no tan bellas pudieran haber disfrutado.
Gabrielle Bonheur, poseedora
no solo de los atributos de Venus, sino
también de los de Atenea, solo pudo triunfar en el mundo de la empresa de la
moda al despojarse a sí misma de todos los elementos de belleza que con el
vestuario se adornaba a las mujeres. Es decir, pareciendo menos bella a los
ojos de su generación.
Creaba así el estilo que la
inmortalizaría como Coco Chanel. Tuvo suerte, pero no pocas dificultades.
De no haber sido tan
hermosa, tal vez Norma Jean Baker, hubiese terminado sus días sentada en el
porche de su casa californiana haciendo punto y rodeada de marido y siete hijos. Eso sí,
nosotros no habríamos conocido entonces a Marilyn Monroe.
Pero no pudo resistir el
peso de poseer semejante belleza y saberse la mujer más deseada del planeta, y
ya sabemos que acabo como la niña sevillana, .... pero en seco.
Hay muchos más ejemplos,
unos que por desconocidos no puedo transmitir, y otros que aunque conocidos, harían
demasiado largo este relato.
Y es que, aunque la humanidad ha estado, está y estará permanentemente preocupada por la consecución de la belleza, esta no ha sido siempre ese " pasaporte que abre todas las puertas", como decía Shopenhauer, y seguramente en mas de una ocasión, tenga
razón el refrán castellano de que: “la
suerte de la fea, la guapa la desea”