lunes, 22 de septiembre de 2014

Herencia de la belleza de un pecho femenino


Retrato de Maria Antonieta de Francia. Alexandre Kucharski. 1785. Colección particular

Mucho ha cambiado a través de la historia el concepto de belleza del pecho femenino, sobre todo en lo que a volumen se refiere. Sabemos por la iconografía que siempre ha intentado idealizar la figura representada, como ha habido momentos en los que se ha deseado un pecho grande, y en otros sin embargo tal parece que se deseara un pecho pequeño, firme y juvenil.

Hubo un pecho cuyo volumen ha quedado plasmado para siempre gracias al encanto que despertaba en el amante de su poseedora.

El pecho de María Antonieta, reina de Francia, fue reproducido en un molde  que sería utilizado para fabricar una copa de vino, de porcelana de Sevres, en la que su propietario el rey Luis XVI  pudiera saborear el nuevo vino espumoso que se puso de moda en la corte proveniente de la Champagne.

De esta forma, cada vez que el rey bebiera vino, demostraría a toda la corte cuan hermosos eran los pechos de su esposa.

No hay constancia de si fue el rey quien mando hacerlas, tal vez para lucir en público lo que utilizara en privado, o si fue la misma reina quien  las encargo para regalarlas al rey y tal vez con los mismos propósitos.

Lo que sí parece documentado es que se utilizo el molde de sus pechos para la fabricación de cuatro ejemplares  de copas que aún se conservan en el Museo Nacional de cerámica de Sèvres y que se conocen como copas modelo Jatte- téton.







Copa original que se conserva en el Museo de cerámica de Sèvres, y abajo, versión moderna de la misma





Tal acción, no era la primera vez que se realizara, ya que de igual manera se mando fabricar Enrique II de Francia copas con los moldes del pecho de su amante Diane de Poitier,  tal y como a su vez, y según la leyenda,  hiciera Páris con los pechos de Elena de Troya.

Las copas de porcelana de María Antonieta, dieron paso a las de cristal en las que durante muchos años se ha consumido este vino francés, hasta que enólogos y expertos, aconsejaron que por sus características dicho vino es mejor consumirlo en las copas alargadas que hoy conocemos.

La copa cóncava ha sido relegada a cócteles y sucedáneos. Sin embargo querido lector de este blog, cuando acerque a sus labios una copa de estas características, recuerde que aproxima hacia sí, la herencia del molde de uno de los pechos  reconocidos como más hermosos de la historia.

domingo, 7 de septiembre de 2014

La belleza del pecho femenino: importancia individual, social e histórica



Desde que la diosa Hera retirara bruscamente de la boca de Hércules su pecho mientras lactaba, formándose así una constelación de estrellas, la vía láctea, el pecho femenino no ha dejado de ser protagonista en más de un episodio de la historia.

Fue el pecho de Helena el que turbó a Páris hasta el punto de provocar una épica guerra, y son los pechos desnudos de una simbólica madre como representación de la patria libre, los que animan a sus hijos hacia las barricadas,  durante la revolución francesa. (Fig. 1)


Fig.1 Eugene Delacroix. 1830 .La Libertad guiando al pueblo. Museo del Louvre, París

Según Sigmund Freud, “el primer objeto sexual de un niño es el pecho materno, el cual se vuelve paradigmático de todo vínculo de amor”. Y es que aunque la glándula mamaria es un órgano que caracteriza a los mamíferos y cuya finalidad esencial es asegurar la continuidad de la especie mediante la nutrición de las crías, en la especie humana deja de ser un simple órgano glandular para adquirir otras funciones como la estética y la erótica.

Está clara la importancia del pecho femenino en la perpetuación de la especie, evidentemente como fuente de alimento de las crías, pero antes ya fue un foco de atracción sexual para la pareja.

La atracción que las mamas femeninas ejercen sobre el ser humano es innegable, y ya no solo eróticamente sobre el sexo contrario, sino estéticamente sobre la misma mujer portadora que se preocupa de su belleza y lucimiento.

            Tal vez tenga razón Marilyn Yalom en su obra Historia del pecho cuando dice que puesto que la mujer había estado tradicionalmente anulada en la gran mayoría de las civilizaciones, la estética de la representación del pecho femenino se habría realizado en base al gusto y preferencia masculinos, ya que en última instancia este sería el público que contemplaría y adquiriría las obras de arte.

De tal forma que el canon de belleza del pecho femenino no corresponda al gusto de su portadora sino del varón del momento. Si esto es así, no obstante la mujer conocedora del valor como elemento de seducción de su pecho habría secundado entonces el mantenimiento de unos estereotipos de belleza que le fueran útiles como dicho elemento seductor.

No hay otra parte del cuerpo, después de la cara, en el que la mujer mantenga mayor número de cuidados para aumentar o preservar su belleza. Esta es la región corporal femenina  donde se depositan en primera instancia las atracciones sexuales, muy por delante de cualquier otra área del cuerpo y la falta real o subjetiva de belleza del pecho, pude significar para la mujer una pérdida de autoestima suficiente como para influir en su relación social y de pareja.

A través de la historia, la mama femenina ha sido un constante motivo de atracción que, reiteradamente, aparece en los testimonios del arte como un elemento cargado de significados religiosos, mágicos, antropológicos o estéticos.

De aquí la importancia que desde el inicio de las civilizaciones ha adquirido esta parte del cuerpo de la mujer y que vemos reflejada en numerosas obras de literatura ya desde el inicio de la escritura.

En el extenso panorama antropológico destacan siempre como constantes centralizadas en la mama las dos funciones de la feminidad como elemento de creación materna y como medio de seducción amorosa.  Cada cultura pone el acento en la valoración de una función con respecto a otra; así las mamas de la Artemisa de Éfeso (fig. 2) destacan la fertilidad, y las mamas de cualquier representación de Venus, la atracción amorosa. (fig. 3)


Fig. 2 Artemisa de Éfeso (siglo I d.C.) Museo arqueológico de Éfeso



Fig. 3. W. Adolph Bougereau. El nacimiento de Venus. Museo de Orsay. París



Son múltiples las referencias bibliográficas que ya en la antigüedad nos hablan de esta atracción y como debe manejarse para la consecución de sus objetivos.: en el Ars Amandi de Virgilio, se instruye a la mujer sobre cómo debe vestirse para lucir un pecho más atractivo:


….” Si el pecho es escaso, que los ciña con una venda”.

Se infiere que el atractivo de las mamas como objeto de atracción sexual, no pasa precisamente por el de volumen  escaso.

También   El cantar de los Cantares atribuido tradicionalmente al propio Rey Salomón, (hoy sabemos que pudo ser más posterior, no obstante escrito entre los siglos X a III a.C.) dedica unos versos a exaltar la belleza de los pechos y el sentimiento que estos despiertan en el amante:


Que hermosa eres (Cantar de los Cantares)
Salomón (siglo X a. C.)

…….. Tus dos pechos son como dos crías
          gemelas de gacela que pacen entre lirios.

Siempre se hizo todo aquello que el conocimiento (a veces empírico) de la ciencia de la época hubo permitido con tal de poseer unos pechos turgentes aunque los grandes volúmenes no siempre fueron del agrado estético del momento. 

Desde la utilización de artilugios en el vestir, hasta las modernas prótesis mamarias, pasando por todo tipo de aplicaciones cosméticas e incluso letales inyecciones de sustancias nocivas.

Todo con tal de lucir el pecho que ordena el canon de belleza.


        ¿Pero, cual es realmente el canon de belleza mamaria?.  La pregunta da para mucho, ya que este canon ha variado pendularmente a través de la historia, y habría que preguntarse cuando y donde.

Pero sera motivo de nuevas entregas.